lunes, 12 de julio de 2010

Hostias que sangran.



Escribe: Annyela Rosario Barraza Macchiavello.

La convicción sobre la presencia de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía es un pilar básico –a la vez que una de las características fundamentales— de nuestra fe.
En efecto, la aceptación de esta verdad, junto con la devoción a nuestra amada Madre, la Virgen María; la veneración a los santos, por la vida ejemplar que tuvieron; y el pedido de su intercesión ante Dios, nuestro Señor (puesto que entendemos que ellos están mucho más cerca de Él que cualquiera de los vivos), son algunas de las diferencias esenciales que nos distinguen de nuestros hermanos cristianos de otras denominaciones.

Es verdad que muchos creemos porque creemos, porque así nos lo enseñaron, y especialmente por la gracia de Dios; pero no es menos cierto que muchas veces necesitamos argumentos para sostener nuestra fe.
Tal vez sea por ello que Dios, en su infinita misericordia, ha permitido que a través de la historia sucedan una serie de prodigios y milagros, vinculados con su presencia en la Eucaristía.

Hay más de 400 casos de milagros eucarísticos en el mundo, puesto que ellos dan ese testimonio de la presencia viva de nuestro Señor en cada Hostia consagrada, al que a veces necesitamos apelar, cuando estamos tratando de fundamentar ante un no creyente, las razones de nuestra fe.

A continuación algunos casos de hostias que han sangrado:

1. 700 Lanciano, Italia

Un monje, de la orden de San Basilio, oficiaba la misa con profundas dudas de fe. En el momento de la consagración, la hostia se convirtió en carne y el vino en sangre, que formó cinco coágulos. Estudios científicos determinaron que la sangre analizada es humana de tipo AB, y la carne corresponde al tejido muscular del corazón.

2. 1000 Trani, Italia

En un acto de brujería, una mujer hizo hervir una hostia consagrada. Ésta se volvió de carne humana y sangró considerablemente. La hostia se mantiene incorrupta hasta hoy.

3. 1171 Ferrara, Italia

En una misa, durante la consagración en el altar de una iglesia local, la hostia sangró luego de ser partida por el sacerdote.

4. 1192 Erfurt, Turingia

Un vaso con agua, en el que se limpió las manos un sacerdote que consagraba la hostia estando en pecado, se convirtió en sangre y la hostia en la carne de Jesucristo.

5. 1194 Augsburgo,Alemania

Una hostia consagrada se convirtió en carne humana, revelando las venas en su interior.

6. 1225 Padua, Italia

San Antonio se enfrentó a un personaje importante de su ciudad apostando por la presencia de Jesucristo en la Hostia consagrada. La autoridad retó a San Antonio a una apuesta: si su mula se inclinaba ante la hostia, él creería. San Antonio aceptó la apuesta, pero pidió que la mula ayunara durante tres días. Llegado el momento, colocaron en un rincón una buena cantidad de comida para la mula. San Antonio se puso al otro lado. Largaron a la mula y, luego de las oraciones de San Antonio, en vez de dirigirse a la comida, la mula se acercó a la hostia y se arrodilló en adoración. La autoridad y todos los presentes se convirtieron.

7. 1996 Barbeau, Michigan, U.S.A.

Un ministro de la eucaristía hizo caer la Hostia Consagrada en la patena. No se la volvió a tocar hasta el siguiente domingo, se verificó que tenía una mancha de sangre. Tratando de evitar el escándalo, el obispo ordenó “que se la rompiera y se deshicieran de ella de forma apropiada”, pero al intentarlo se convirtió en carne y sangre.

8. 1996 Worcester, Massachussets, U.S.A.

Audrey Santo (12 años) quien sufría de daño cerebral desde los 3, vivió hasta los 9 años con el único alimento de la Sagrada Comunión. Se autorizó que se pusiera un tabernáculo en su dormitorio para hacer Adoración al Santísimo. Se observó que constantemente éste exudaba aceite y sangraba (1996). Actualmente, Audrey sufre los estigmas del Señor.

9. 1997 Moure, Portugal

En una hostia consagrada durante una misa, apareció el busto de nuestro Señor Jesucristo. La hostia es actualmente venerada por todos los feligreses.

10. 1997 Woodbridge, New Jersey, U.S.A.

En una fotografía tomada a una hostia consagrada, apareció un crucifijo perfilado dentro de la hostia.

sábado, 10 de julio de 2010

Jesús, médico de cuerpos y de almas.









Escribe: Annyela Rosario Barraza Macchiavello.


La vida del hombre sobre la tierra es dolorosa.Nadie es plenamente feliz, nadie obtiene todo lo que desea, nadie es perfecto. Nuestras limitaciones, enfermedades, semejantes e incluso nuestros seres queridos nos hacen sufrir.

Vivimos en un mundo de miedo, en el que la violencia está a la orden del día. Vivimos en un mundo de pecado, en el que ya no se distingue entre el bien y el mal. Sentimos un vacio en nuestras vidas por falta de amor y comprensión. La soledad, la tristeza, la angustia e incluso la desesperación nos agobian, con frecuencia la vida nos parece absurda y sin sentido y nos justificamos fácilmente, echando la culpa a nuestra mala suerte o a la maldad de los demás. Y, a veces, incluso llegamos al extremo de querer solucionar nuestras enfermedades y problemas con el suicidio. Todo nos parece oscuridad y maldad a nuestro alredededor, como si no hubiera salida para nosotros.

Pero he aquí, en la oscuridad de este abismo sin salida aparece una luz: Es Jesús, la luz del mundo. El viene a darte esperanza. El te enseña el camino de la verdad y de la felicidad. El te habla del amor de un Dios bueno y poderoso. El nos trae la liberación y la salvación.
El te habla de paz; de luz y de vida.
"Venid a mi los que estáis agobiados y cansados que yo os aliviaré". (Mt.11,28)

Uno de los medios más eficaces para conseguir la paz del alma es la confesión.

Cristo dijo a sus discípulos: "Aquellos a quienes perdonen los pecados les serán perdonados y aquellos a quienes se los retengan les serán retenidos" (Jn.20,22).

La experiencia de millones de católicos a lo largo del mundo nos demuestra el efecto sanador y liberador de la confesión, instituida por Jesucristo para sanar nuestras almas.
Hermano, si tu conciencia te está oprimiendo por el peso de tus pecados, acude ahora mismo a Cristo que te espera para perdonarte en el sacramento de la confesión.
"No dejes para mañana lo que tienes que hacer hoy".

Sanación Intergeneracional.


Escribe: Annyela Rosario Barraza Macchiavello.

La Sanación Intergeneracional para el cristiano es una oportunidad de reconocer y llevar la sanación a cosas que influyen en la familia, desde el pasado, con repercusiones para el futuro.
Cada vez se va reconociendo mas que no solo se heredan los rasgos fisicos, sino tambien hay que incluir los rasgos psicologicos. Por ejemplo, si yo estoy siempre enfadado, mi padre tambien y mi abuelo tambien, ese defecto comenzaria en algun momento, igualmente la ira tiene como origen el desamor no sanado.

RESPONSABILIDAD DE REZAR POR NUESTRAS FAMILIAS.

Las familias son los bloques que edifican la sociedad; como grupos básicos naturales sociales tienen un lugar muy especial en el plan divino de sanación colectiva. Porque la familia se constituye por la sagrada unión del matrimonio.
Las frecuentes bendiciones en el Antiguo Testamento sobre las familias que reverencian a Dios se hacen patentes con signos externos tales como riqueza, categoría social e incluso salud.
Pero son mucho más importantes las cosas internas relacionadas con la familia, como la lealtad a Dios y a su ley
Así pues cuando una familia procura vivir junta con amor desinteresado, venerando a Dios juntos en alabanza, acción de gracia y confianza, sus mienbros estarán contentos y en armonía.
Si son negligentes o desobedientes en este terreno, ellos experimentarán el juicio de Dios de forma negativa por la presencia de luchas domésticas, infidelidad, discrepancias maritales, matrimonios rotos, discusiones, adicciones, conflictos con la familia política, etc.
Las siguientes generaciones pueden sufrir plenamente el juicio de Dios sobre las acciones del colectivo de una generación anterior.
Si las siguientes generaciones eligen por voluntad propia repetir esos patrones de sus padres o antepasados, ellos asumen la responsabilidad no sólo individual sino colectivamente de lo que se había hecho anteriormente.
Al desobedecer o rechazar a Dios, no solo se remiten a un hecho personal sino que transforman en un fenómeno transgeneracional.
Incluso un miembro de una familia puede ser el instrumento de Dios en la salvación de todos los demás en ese árbol genealógico o en familia.
Dios ofreció salvar toda la ciudad de Sodoma si se encontraba en ella diez hombres justos(Génesis 18.32).

EL INCONSCIENTE.

En psicología el inconsciente se defina, como: "y......todos los determinantes del comportamiento del individuo que no sean de acceso directo a su mente consciente." ENSEÑANZA DEL PSIQUIATRA SUIZO CAR YUNG (1875-1961)

El inconsciente "personal" está hecho de acontecimientos olvidados y recuerdos desgraciados y reprimidos desde hace mucho tiempo, y el inconsciente "colectivo" está formado por experiencias raciales.

De ello podemos sacar las conclusiones:

1) Lo que ocurre con una persona en esta vida, y cómo responde ante los acontecimientos de la vida, afectará a futuras generaciones.

2) Igualmente afectará todo lo que se va acumulando en nuestros inconsciente "personal" a través de experiencias personales de nuestros antepasados en las distintas generaciones de la raza humana.

Sin Perdón no hay Sanación.




Escribe: Annyela Rosario Barraza Macchiavello.

Perdonar no es lo mismo que justificar, excusar u olvidar. Perdonar no es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación exige que dos personas que se respetan mutuamente, se reúnan de nuevo. El perdón es la respuesta moral de una persona a la injusticia que otra ha cometido contra ella. Uno puede perdonar y sin embargo no reconciliarse. El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante.
Pedir perdón por una mala acción es la forma más poderosa de demostrar nuestra humildad y honestidad.

Un discípulo de Jesús le preguntó: "¿Maestro, cuántas veces he de perdonar a mi hermano? ¿Siete veces?" "Siete veces no, setenta veces siete", le contestó Jesús. Perdonar es un don de Dios. La oración sincera, procedente de un corazón limpio de pecado, ayuda a "desmantelar" la ofensa, a perdonar al que nos hirió.

"La sanación interior total solo puede ocurrir, cuando perdonamos a aquellos que nos han herido, cuando le entregamos por completo al Señor nuestras heridas del pasado. Sea cual sea la experiencia que has tenido, las heridas que hayas sufrido, Jesús quiere curarlas y sanar tu corazón roto. (Ver el Salmo 147:3) Quiere llenar el vacío que hay en tu vida con Su amor. Quiere liberarte de todo cautiverio para que puedas sentirte realizada (o). Después que le hayas pedido a Dios que te libere, después que le hayas orado para que rompa todas las cadenas que te han atado, después que Él haya limpiado todas tus heridas de las cosas que las infectaban, después que hayas perdonado a todos los que te hirieron; estarás lista (o) para pedirle a Jesús que sane tus recuerdos dolorosos. ¡Y la noticia maravillosa, gloriosa, es que Él sanará todas tus heridas!"

Jesucristo: ayer, hoy y siempre.


Escribe: Annyela Rosario Barraza Macchiavello.

Vivimos inmersos en un mundo y en una cultura caracterizados por el cambio constante y acelerado. Incluso se llega a pensar que nada permanece, que lo único real es el devenir. Todo es mudable y la referencia a un punto de apoyo sólido se hace extrañar. Vivimos, muchas veces, en medio de la inseguridad de lo inestable, de lo pasajero y efímero. Con este todo cambia que muchos plantean la tecnología, la política, nuestros estados de ánimo y nuestras ideas, e incluso la moral- pareciera que nada es esencial, que nada merece ser objeto de una confianza permanente. Con facilidad olvidamos que detrás de todo cambio siempre hay algo sustancial que permanece, que no se muda.
Todo esto da origen a la inseguridad y a la insatisfacción interior, reflejando así una ansia profunda por la permanencia, aunque ésta no siempre sea del todo consciente.

Pero detrás de todo anida una profunda hambre de infinito que sólo puede saciarse en el Señor Jesús Verbo Encarnado, modelo de hombre pleno. Él, que es raíz de nuestra esperanza, es quien nos ofrece esa permanencia que buscamos ansiosamente, como lo manifiestan numerosos personajes en los Evangelios. El joven rico pregunta que "hacer para tener en herencia vida eterna" (Mc 10, 17), haciendo evidente su hambre de eternidad en busca de un horizonte de mayor significación. La samaritana en el pozo va tomando conciencia de que su insatisfacción sólo puede ser colmada por el agua viva que ofrece el dulce Señor de Nazaret (Jn 4, 5) en la transfiguración del Señor. El pasaje de los discípulos camino a Emaús (Lc 24, 13) resulta conmovedor no sólo por la insistencia con que se le pide al Señor que no se aleje, que se quede a compartir la mesa, pues Él no sólo les ha encendido los corazones, sino porque el mismo Señor Jesús muestra su deseo de quedarse a compartir el pan. La Eucaristía es para nosotros el sacramento de esa presencia real y permanente del Hijo de María que vino para poner su morada entre nosotros. Éstos son sólo algunos testimonios de esa permanencia manifestada en el Señor Jesús, que nuestros corazones reclaman anhelantes y que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.